Los bivalvos no sueñan

Se dio cuenta ese día cuando, a las puertas del cielo, y utilizando sus tan laureadas técnicas de marketing,  intentó venderle a San Pedro un sistema de seguridad para su famosa puerta celestial.

El osado comercial, muerto de una sobredosis de mentiras, se llamaba Jaime Revilla. Había sido nombrado trece veces consecutivas el mejor vendedor del año de sistemas de seguridad en la empresa Out Rateros. Y por ese motivo era feliz. Estaba tan involucrado en su trabajo que era capaz de entrar a una casa, desvalijarlo todo y luego presentarse al día siguiente para ofrecer a los propietarios el mejor método de seguridad antirrobo. Por supuesto que sus ventas eran abultadas, y Jaime era feliz y su autoestima había incrementado por esa falsa seguridad. Se sentía hasta con más atractivo cosa que le daba cierto aire ridículo en su presumido y perfumado caminar.

Había convertido el engaño en su herramienta de trabajo. Jaime se sabía muy bien el papel que tenía que hacer dependiendo del potencial comprador que tuviera delante. Había dos cosas que sabía hacer muy bien: la sonrisa Disney y la palmadita en la espalda. Era infalible.

Una noche, mientras manipulaba uno de los sistemas de seguridad con el fin de poder facturar y llevarse comisión de las reparaciones, su hija Leandra de nueve años le habló detalladamente de los bivalvos. Su voz cándida le llevó al sueño. De pronto, se imaginó con dos valvas de oro y sin cabeza. Agarrado fuertemente a una roca negra, porosa y sanguinolenta. Se vio rodeado de un denso mar marrón, sin oxigeno,  lleno de algas terribles con diferentes caras. Tenía miedo y no podía respirar.

Jaime, empezó a sudar y su miedo le llevó a apretar fuertemente el sistema de seguridad que estaba manipulando, con tal fuerza que estalló en mil pedazos. En ese momento, el corazón de Jaime se paró.

Se encontró de pronto delante de las puertas del cielo intentando convencer a San Pedro que su llave era obsoleta y debía proveerse de un buen sistema de seguridad, y le dijo:

-         Oiga, muchas de las personas que quieren ir al cielo son auténticos rateros. Son los peores. La Iglesia está llena de mentirosos que utilizan el Evangelio para engañar y robar. Son muy peligrosos. Hágame caso San Pedro, con una simple llave no tiene bastante. Esa gente se las ingenia para que tengas un sentimiento de culpabilidad infundado durante toda tu vida. Han matado a mucha gente inocente y también violado. Y ahí siguen, sin pedir perdón. Ahí están, cometiendo crímenes y siguiendo impunes. No los deje pasar, no. No tiene llaves suficientes para estar libres de tanta escoria.

En ese momento, Jaime se dio cuenta que esa era la primera verdad que había dicho en mucho tiempo. No lo dejaron entrar. Se murió de nuevo en el claroscuro de su conciencia, delante de esa larga cola de fieles y mentirosos con sotana.

http://eldespertardelatortuga.blogspot.com/


Comentarios

  1. L'objectiu del mentider és senzillament encantar, delectar, proporcionar plaer.
    Ell és la mateixa base de la societat civilitzada.

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  2. La mentira es la base da la sociedad civilizada.Diariamente se dice y nos dicen mentiras. Hay mentiras piadosa (que realmente no son nada piadosas por que siguen siendo mentira), con una mentira nos intenta sacar una verdad y al final terminas mintiendo igual.... y así sucesivamente.Me gusta mucho tu reflexión Marta.
    Un fuerte abrazo.

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  3. Muchas gracias y abrazos para los dos.
    Marta

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  4. ¡Bravo! Este me gustó mucho. ¿Será por que reconozco al personaje principal?
    Lo cierto es que en este asqueroso mundo, abundan los "Jaimenes" y escasean las "Martas".
    Salud!!!

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  5. Cierto Miguel. Conoces a muchos Jaimes...por desgracia gente así abunda. Gracias. Salud!

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