De ratones y charlatanes
"En la lucha social también por la semilla
se llega al fruto
al árbol
al infinito bosque que el viento hará cantar".
Roque Dalton
En general a la izquierda le faltan ideas y le sobran datos estadísticos.
Nuestra falta de capacidad para construir alternativas reales al capitalismo nos ha hecho caer en muchas trampas colocadas por los amos del sistema.
A esto, se le une la traición escandalosa y sistemática de los que dicen defender los intereses de la clase trabajadora y, en realidad, lo que guardan es un arsenal de puñales, mentiras y puertas giratorias.
Esta “izquierda” lo único que han ofrecido para acabar con esta orgía del capital, son pequeñas reformas a modo de parche inútil y que no han transformado la sociedad.
Estos, lo que sí han logrado es allanar el camino a psicópatas, nobles delincuentes y demás gente con privilegios.
De esta manera, en lugar de pensar de forma conjunta, creativa y responsable en la manera de dar pronta jubilación a la dictadura del capital, hemos permitido y creado extensos estudios pormenorizados sobre las condiciones de vida de la población. Y la perversión llega cuando la vida se vincula al consumo y no al bienestar. Somos pura mercancía.
Y así, sin observar, sin leer, sin pensar y sin transgredir lo establecido, vamos acumulando proyectos y estudios estadísticos como si fuera lo único que podemos hacer. Por consiguiente, vamos perpetuando la explotación y posibilitando el enriquecimiento de parásitos burgueses que viven a costa del saqueo y de la herencia de la dictadura.
Y para dar credibilidad a la mentira, llegaron los tertulianos charlatanes y conferenciantes.
Por un lado, en los abyectos platós de televisión, grupos de charlatanes alterados enseñan tablas coloreadas con datos estadísticos, mientras esputan odio y manipulan lo ya manipulado.
Y mientras tanto, la gente trabajadora va llevándose a la boca con resignación, lo poco que les queda en la nevera y observando, sin parpadear, el espectáculo grotesco de voceros a sueldo de grandes fortunas.
Estos impostores intentan convencer al espectador empobrecido, que el gobierno está haciendo un esfuerzo de titanes, aunque impopular, para que se produzca la recuperación económica en la que mejorarán los datos del paro y bajará el precio de la cesta de la compra. Pero todavía, dicen sin vergüenza alguna, el pueblo deberá apretarse aún más el cinturón y seguir con el hambre ya normalizado.
Y así, con su neolengua, esos magnates de la mentira, quieren darnos a entender que aunque haya gente que no soporte la presión y se suicide, hay que seguir con los sacrosantos dictados económicos. Este es el precio de haber vivido por encima de nuestras posibilidades. La culpa es nuestra.
A parte de los tertulianos existen algunos conferenciantes que trabajan para beneficiar a las mafias. Este grupos de expertos, nos explica como debe ser nuestra vida. Nos marcan el camino que debemos recorrer y el de las siguientes generaciones. Lo saben todo.
Esta masa de eruditos nos observa desde arriba como si fuéramos ratones y ponen en marcha su maquinaria de laboratorio.
Así, clasifican y miden el impacto que tiene en la población las campañas nocivas, a veces asesinas, de las grandes corporaciones. Somos sus esclavos, sus enfermos. Les pertenecemos.
Nos observan en el shock que nos inyectan. El miedo nos paraliza, nos vuelve más sumisos, desconfiados, dependientes e histéricos. Nuestros emociones están dirigidas.
Y de todo eso, hacen estudios gráficos para demostrar lo contrario.
Es muy usual encontrar entre los conferenciantes a grandes empresarios y banqueros que nos muestran con detalle su falsa preocupación por las condiciones de vida de las personas que están empobreciendo.
Y no nos olvidemos de los patrocinadores de estos eventos. Son almas caritativas que aportan dinero para publicitarse con fotos de criaturas desnutridas o en guerra y frases llamativas para su negocio.
Los patrocinadores acaban siendo los mismos que dirigen esos falsos estudios y que se lucran del negocio de las guerras y del hambre.
Luego llega la fiesta. Al concluir esas conferencias, los estafadores se separan del populacho y se dirigen a lujosos restaurantes para dar rienda suelta a su opulencia. Brindan y se ríen de todos nosotros porque saben que no vamos a cambiar nada aunque nos maten.
Hemos caído en el control y la sumisión.
Estamos alienados.
Tenemos fuerza pero nos falta conciencia.
Hay rendijas por donde se cuela la luz.
Habrá que arriesgarse para romper y unirse para transformar.
Y esto debe ser YA.
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