El sueño sedicioso y las baldosas amarillas
Lo he vuelto a soñar.
Es un sueño que golpea fuertemente mi subconsciente como el badajo de una enorme campana.
Era él, sí, sin ninguna duda.
En mi viaje onírico yo era Dorothy y en mi camino lleno de baldosas amarillas me acompañaba mi gata Puri.
De pronto lo vi y era él. Estaba inmóvil y con los brazos abiertos en medio de un maizal.
- Niña, ven y bájame de aquí-me dijo esa figura de paja.
Me acerqué y era él. Sus gestos eran inconfundibles.
-Niña, shi me bajash te doy unos chuches-insistió el hombre serio de la barba.
-¿Qué te ha pasado? -le pregunté.
-Los munchkines, los muy shedicioshos, me han dejado aquí. Quiero que me bajesh del palo porque tengo que ir a Ciudad Eshmeralda para ver shi me dan un cerebro- dijo el hombre en un tono muy severo.
De pronto se escuchó un ruido metálico que procedía de unos setos. Puri y yo nos acercamos con cautela hacia ese lugar.
¡Era el leñador de hojalata! Tenía una pegatina en forma de corazón con tres banderas diferentes. ¡Dios, menudo lío debería tener el hombre!
- ¿Qué te pasa? -le pregunté con asombro.
- ¡Malditos munchkines! Quieren partir en dos la ciudad. Son unos golpistas-y añadió- Mira pequeña niña adoctrinada, te explico, sin querer me he echado yo mismo agua encima y me he oxidado. Necesito que me ayudes a moverme porque quiero ir a Ciudad Esmeralda a por un corazón-dijo el leñador en un tono persuasivo.
- ¿Pero no tienes ahí pegado un corazón? -le pregunté de forma ingenua.
El leñador de hojalata se echó a reír.
Era todo muy absurdo...
En ese instante apareció un hermoso león, cabizbajo, con una rosa roja entre los dientes.
- He escuchado que vais a Ciudad Esmeralda. Necesito ir con vosotros. Y es que nadie me cree. Digo que soy la izquierda pero no tengo credibilidad ni entre los demás leones ni tampoco tengo valor para enfrentarme a la realidad. ¡Necesito valor! -sollozó el león.
Me quedé atónita.
De pronto mi gata Puri empezó a correr y se paró encima de algo que yo no alcanzaba a ver.
Así que me dirigí hacia la gata para descubrir qué era lo que tanto le llamaba la atención. Aquello parecía un libro desgastado y roído.
Cuando me disponía a cogerlo el espantapájaros, el leñador de hojalata y el león empezaron a gritar.
-¡Noooooooo, no lo toques niña!
De nuevo, yo no entendía nada de lo que estaba sucediendo. Pero la curiosidad me venció y no sólo cogí el libro sino que lo abrí para descubrir el misterio que guardaba en su interior.
El libro estaba lleno de artículos que parecían leyes. Y había una señal justo en una de las página donde se había señalado en rojo el número 155. ¡Qué querría decir!
Mi intuición hizo que arrancara esa página pero al hacerlo un viento atroz empezó a agitar las copas de los árboles con fuerza.
El tornado se llevó el libro y a esos tres personajes siniestros. Y mientras ellos ascendían por el túnel del viento iban gritando sin parar hasta que sus voces eran tan lejanas que ya no se les pudo escuchar más.
En ese momento, los munchkines salieron de sus casas y...de las cárceles, y felices empezaron a organizarlo todo de nuevo.
Es un sueño que golpea fuertemente mi subconsciente como el badajo de una enorme campana.
Era él, sí, sin ninguna duda.
En mi viaje onírico yo era Dorothy y en mi camino lleno de baldosas amarillas me acompañaba mi gata Puri.
De pronto lo vi y era él. Estaba inmóvil y con los brazos abiertos en medio de un maizal.
- Niña, ven y bájame de aquí-me dijo esa figura de paja.
Me acerqué y era él. Sus gestos eran inconfundibles.
-Niña, shi me bajash te doy unos chuches-insistió el hombre serio de la barba.
-¿Qué te ha pasado? -le pregunté.
-Los munchkines, los muy shedicioshos, me han dejado aquí. Quiero que me bajesh del palo porque tengo que ir a Ciudad Eshmeralda para ver shi me dan un cerebro- dijo el hombre en un tono muy severo.
De pronto se escuchó un ruido metálico que procedía de unos setos. Puri y yo nos acercamos con cautela hacia ese lugar.
¡Era el leñador de hojalata! Tenía una pegatina en forma de corazón con tres banderas diferentes. ¡Dios, menudo lío debería tener el hombre!
- ¿Qué te pasa? -le pregunté con asombro.
- ¡Malditos munchkines! Quieren partir en dos la ciudad. Son unos golpistas-y añadió- Mira pequeña niña adoctrinada, te explico, sin querer me he echado yo mismo agua encima y me he oxidado. Necesito que me ayudes a moverme porque quiero ir a Ciudad Esmeralda a por un corazón-dijo el leñador en un tono persuasivo.
- ¿Pero no tienes ahí pegado un corazón? -le pregunté de forma ingenua.
El leñador de hojalata se echó a reír.
Era todo muy absurdo...
En ese instante apareció un hermoso león, cabizbajo, con una rosa roja entre los dientes.
- He escuchado que vais a Ciudad Esmeralda. Necesito ir con vosotros. Y es que nadie me cree. Digo que soy la izquierda pero no tengo credibilidad ni entre los demás leones ni tampoco tengo valor para enfrentarme a la realidad. ¡Necesito valor! -sollozó el león.
Me quedé atónita.
De pronto mi gata Puri empezó a correr y se paró encima de algo que yo no alcanzaba a ver.
Así que me dirigí hacia la gata para descubrir qué era lo que tanto le llamaba la atención. Aquello parecía un libro desgastado y roído.
Cuando me disponía a cogerlo el espantapájaros, el leñador de hojalata y el león empezaron a gritar.
-¡Noooooooo, no lo toques niña!
De nuevo, yo no entendía nada de lo que estaba sucediendo. Pero la curiosidad me venció y no sólo cogí el libro sino que lo abrí para descubrir el misterio que guardaba en su interior.
El libro estaba lleno de artículos que parecían leyes. Y había una señal justo en una de las página donde se había señalado en rojo el número 155. ¡Qué querría decir!
Mi intuición hizo que arrancara esa página pero al hacerlo un viento atroz empezó a agitar las copas de los árboles con fuerza.
El tornado se llevó el libro y a esos tres personajes siniestros. Y mientras ellos ascendían por el túnel del viento iban gritando sin parar hasta que sus voces eran tan lejanas que ya no se les pudo escuchar más.
En ese momento, los munchkines salieron de sus casas y...de las cárceles, y felices empezaron a organizarlo todo de nuevo.
Bonito cuento. A ver si es verdad que ruge el mistral y se los lleva a todos volando.
ResponderEliminarEnhorabuena por volver a escribir, Marta.
Muchas gracias, Miguel.
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