A eso que llaman juventud

Me indigna ver, en estos días, toda esa publicidad pagada por todos nosotros en relación al ecuménico encuentro en Madrid de jóvenes católicos con su Papa. Mientras muchas personas están inmersas en una profunda depresión económica y personal por esta crisis creada por los ricos, tenemos que aguantar y financiar a los cachorros de los más pudientes, ese encuentro mundial con ese ser llamado Benedicto que no ha condenado de forma contundente la pederastia llevada a cabo en el seno mismo de la Iglesia ni tampoco los crímenes cometidos  en nombre de ésta. Sin embargo, ese hombre sigue vestido de blanco puro dando sermones utilizando de forma escandalosa, vergonzosa e indigna  términos como: humildad, amor, arrepentimiento, perdón, austeridad y por supuesto, juventud.

No he hablado de Caridad porque, teniendo en cuenta la línea seguida por esa Iglesia de Oro, es como si se tratara del nombre de la vecina el 5º B. A parte, la caridad sería dar a un pobre lo que te sobra con la única finalidad de parecer bueno y llegar así al supuesto  Cielo. Eso es trampa. Mejor hablar de luchar por la igualdad de oportunidades y no de dar las sobras, ¿no les parece? Y por lo que vemos, esa juventud que se reunirá alegremente de forma pura y casta para contemplar a ese  Papa radiante y poder compartir el infinito mundo de la felicidad, no está por esa labor. Y lo más grave es que ese encuentro lo pagamos entre todos y todas. Lo financiamos con el sudor de nuestro trabajo en un momento en el cual ver a esa juventud no-indignada y llena de ese extraño halo de bondad  da escalofríos.

Me indigna ver como  a esas personas se le llama en términos absolutos juventud, como si ese modelo de joven amo-a-Laura fuese el verdadero y, en contraposición, a esos jóvenes integrantes del movimiento 15M que luchan y se alzan pacíficamente en contra de este sistema injusto que nos oprime, los llaman perroflautas,  piojosos, violentos, escoria, etc. A ellos y ellas  se les reprime, se les apalea y se les insulta. Sin embargo, a esos jóvenes católicos se les da una imagen de pureza exacerbada, se les presenta con una sonrisa de dientes bien alineados y blancos cuya felicidad está muy lejos de la realidad actual que sufre  la mayor parte de jóvenes. Estos fieles seguidores de la palabra del poderoso Caballero Don Dinero, parecen no estar viviendo ni sufriendo esa grave crisis, ni tampoco parece importarles. ¿De qué planeta han salido? ¿Ya no sirve aquello que siempre se ha dicho que la juventud lleva implícita la rebeldía o es que no interesa? Ser joven rebelde está perseguido, ser católico te lo financian.

Mientas barren las calles de Madrid de pobres vagabundos expoliados y echados a patadas de la sociedad, se escucha como se acerca el eco del séquito de fieles coreando un canto hipócrita que habla de compartir, de bondad, de dar a los “necesitados”. Como letra está muy bien, hasta parece creíble. Como acto, una mentira.

Cuando se marchen dejen la plaza limpia como lo hicieron de forma ejemplar la juventud del movimiento 15M. Ésta última es la verdadera juventud semilla del futuro, la que le sonríe a la verdad, a la indignación, a la lucha. Esta es nuestra esperanza. Medios de comunicación, háganse eco del verdadero movimiento de jóvenes pacíficos, preparados y nutridos de sentimientos revolucionarios y nobles. Prefiero a un perroflauta (como les llaman algunos) que a un seguidor papal sumergido en el encantamiento de una felicidad inexistente.  

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